miércoles, 28 de marzo de 2012

La Vuelta a Casa…

Perez Pikulik Pediatría Neonatología


La mama

Recuperarse del parto y asumir la responsabilidad de cuidar del bebé cuando apenas se tiene experiencia, con las lógicas incomodidades de un traslado, hacen que el día de la vuelta a casa no resulte fácil. Los siguientes tampoco lo son siempre, pero las cosas se van simplificando a medida que se organizan: es importante procurar descansar, alimentarse bien, contar con ayuda y afrontar el posible desánimo con calma y paciencia. 

Descanso

Los horarios que un bebé exige, día y noche, pueden resultar física y mentalmente agotadores, especialmente para la madre que amamanta; por eso, es preciso que trate de descansar:
Guía para padres

 Reduciendo sus responsabilidades. Lo único que sólo la madre puede y debe hacer es alimentar a su hijo y cuidar de ella misma; en ese periodo ha de ser sustituida en las tareas domésticas y saber dejar para más adelante todo lo que admita espera.

 Durmiendo a la vez que el bebé. De hecho, las hormonas que se producen cuando el niño succiona el pezón, además de estimular la producción de leche, dan sueño a la madre; si sigue ese impulso natural, puede acumular muchos minutos de descanso a lo largo del día.

 Limitando las visitas. Puede ser muy agradable recibir a familiares y amigos, pero ante la fatiga no hay que dudar en pedir disculpas y retirarse; los demás lo entenderán.

 Distrayéndose y paseando. Puede hacerlo con el bebé si lo desea, pues no hay el menor inconveniente en sacarlo a la calle desde el primer día.

Alimentación

Una buena nutrición mejorará el estado físico. Es más fácil digerir varias pequeñas raciones repartidas a lo largo del día que las tres clásicas grandes comidas. Aunque no conviene perder peso rápidamente, las frutas y verduras son alimentos sanos que apenas engordan.

Ayuda

Disponer de ayuda para las tareas domésticas permite dedicarse al bebé y aprender mejor y más rápidamente a cuidar de él.

Una opción es que el padre adelante las vacaciones o que comparta el permiso por maternidad, pues si bien las primeras seis semanas son de descanso obligatorio para la madre, el padre puede consumir alguna de las diez restantes durante ese periodo. Por lo demás, aunque también puede tratarse de una amistad, lo más habitual es recurrir a un miembro de la familia, como una abuela o tía del bebé. Si la situación económica lo permite, también se puede contratar personal de servicio doméstico o de enfermería.

En cualquier caso, es importante que la persona que va a ayudar sepa claramente lo que se espera de ella. Y en el caso de la pareja, tanto o más importante que su colaboración material, es su apoyo moral.

Tristeza y depresión post-parte

Hasta un 80% de las madres se sienten tristes o irascibles en los quince días que siguen al parto, probablemente debido a los cambios hormonales que están sufriendo, aunque también al cansancio, los nervios y la falta de sueño que acarrea la nueva situación. Esta tristeza post-parto, se inicia a los tres o cuatro días y no dura más de un par de semanas, durante los que la madre puede presentar bruscos cambios de humor con irritabilidad y llanto fácil, pérdida de apetito, dificultad para concentrarse, falta de energía, ansiedad y, a veces, insomnio. Si no ha sido advertida, puede sorprenderse de no sentirse feliz o tan contenta como esperaba con el deseado nacimiento de su hijo y llegar incluso a pensar que no es una buena madre; pero un poco de reposo y apoyo suele bastar para superar sin problemas ese periodo, especialmente si se tiene en cuenta que es algo normal y transitorio.

Otra cosa distinta es la depresión post-parto, que afecta alrededor de un 15% de las madres y en la que esos mismos síntomas se hacen tan intensos y prolongados que les resulta muy difícil cuidar de su hijo y de ellas mismas, pierden ilusión por la vida y, en los casos más graves, pueden llegar a tener ideas agresivas o suicidas. La auténtica depresión puede iniciarse varios meses después del parto, pero lo más habitual es que lo haga a partir de las dos o tres semanas; y aunque rarísimas veces se prolonga más de seis meses, es una enfermedad tan real como la artrosis o la diabetes. Es evidente que requiere atención médica, de modo que si una madre tiene síntomas durante más de quince días o son muy intensos, debe solicitar ayuda médica.

Bebé: dudas típicas.

 Abrigo

Es prácticamente imposible precisar la cantidad de ropa que debe llevar un bebé, porque la temperatura y humedad que le rodean son variables y cambiantes. Conviene tener muy presente que la tendencia natural es a abrigarles demasiado, de modo que en la práctica cotidiana es más frecuente que tengan un exceso de calor que de frío.

La norma más sencilla y útil es abrigarles tanto como desearía cualquiera que se hallase en su lugar, sin olvidar que ellos están quietos y eso supone producir menos calor y necesitar un poco más de abrigo.

 Deposiciones

Una vez que han expulsado el meconio, durante cuatro o cinco días hacen las llamadas "heces de transición", que, como su nombre sugiere, tienen algunas características de las primeras heces meconiales (verdes oscuras, pastosas y pegajosas), pero progresivamente se van pareciendo más a las normales del bebé.

De todas formas, no puede decirse que haya un solo tipo de heces normales, pues su número, color y consistencia varían en cada bebé; depende, sobre todo, de si toma pecho o biberón.

Con Lactancia Materna:
Pueden hacer tantas deposiciones como tomas; al principio, 8 ó 10 cada día.
Son desligadas, grumosas y amarillentas, como una mayonesa cortada.
Es normal que lleven moco y también pueden ser algo verdes.

Con Lactancia artificial:
No suelen hacer más de dos o tres al día.
Son más consistentes, como pomada.
Su color es amarillento.

 Mancha rosa en el pañal

Las primeras orinas del bebé son muy concentradas y a menudo llevan gran cantidad de uratos, que tiñen el pañal de rosa más o menos intenso, de forma difusa o formando una manchita más concentrada, que a menudo alarma por parecer sangre.

Es fácil hacerla desparecer rascando con la uña, lo cual demuestra que no es sangre y que no hay motivo para preocuparse; aunque si aparece más allá de los dos o tres días de vida, significa que la orina sigue siendo muy concentrada y es probable que el bebé este recibiendo pocos líquidos, es decir, poca leche.

 Hipo

Lo que más conviene saber del hipo de los bebés es que a ellos no parece molestarles. En principio, el hipo indicaría una eliminación incompleta de los gases que tragan al comer, por lo que tanto para prevenirlo como para intentar que pase, hay que facilitar el eructo del bebé, colocándolo verticalmente, con el abdomen apoyado en el hombro de la persona que le tenga en brazos, y darle unas palmaditas en la espalda.

 Estornudos

Una mínima brizna de polvo o un pequeño cambio de temperatura o humedad es capaz de hacer estornudar a los recién nacidos, ya que la mucosa de su nariz es extremadamente sensible. Los estornudos les sirven para mantener despejada la nariz. También pueden ser el signo de un resfriado, pero en ese caso se acompañarían al menos de mucha mucosidad y de obstrucción nasal.

 Respiración Ruidosa

Los ruidos respiratorios como silbidos persistentes deben ser valorados por el pediatra, con urgencia si el bebé muestra fatiga o dificultad para respirar a pesar de tener la nariz despejada. Sin embargo, es frecuente que un poco de mucosidad en la garganta del bebe origine ruidos que, al transmitirse a través de los bronquios, parecen venir de su pecho e incluso se notan al poner la mano sobre él, causando la natural alarma. En general, los ruidos realmente originados en los bronquios son persistentes y no desaparecen al cambiar la posición del cuello, mientras que los otros, llamados "ruidos de transmisión de las vías altas", dejan de oírse tras un carraspeo al cambiar el cuello de lado.

 Sobresaltos

A veces el bebé levanta los brazos de golpe, como si se diera un susto... ¿significa algo malo? Son sobresaltos normales, a menudo sin motivo aparente y muy corrientes al dejarlos desnudos; cuando son provocados por un ruido, a veces mínimo, vienen estupendamente para saber que oyen bien, aunque en otras ocasiones puedan no inmutarse a pesar de un jaleo monumental.

 Temblores de barbilla

Desde luego, si acompañan al llanto son señal de que el niño está sufriendo; pero, por lo demás, no indican enfermedad alguna. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario