Perez Pikulik Pediatría Neonatología
TUBERCULOSIS INFANTIL
Si el contacto fuera con un enfermo TBC conocido se averiguará desde cuando está enfermo, cuáles son los medicamentos que recibe, durante cuanto tiempo y con qué regularidad los ha recibido. Se interrogará sobre asociación con HIV y resistencia microbiana a alguna droga antituberculosa.
Averiguar si se efectuó el estudio de foco y la profilaxis a todos los contactos del caso índice en forma correcta (PPD, Rx tórax inicial y control a los dos meses y baciloscopías de esputo a los sintomáticos respiratorios).
Antecedentes personales: Vacunación BCG previa (NO descartar TBC aunque esté vacunado): número de dosis recibidas, momento de aplicación, evolución del nódulo (búsqueda de nódulo precoz), presencia de nódulo o cicatrices.
Historia nutricional e inmunitaria, enfermedades padecidas y tratamientos realizados (asociaciones morbosas, diagnósticos diferenciales).
Pruebas tuberculínicas previas: en busca de primoinfección no tratada o viraje tuberculínico.
Tratamientos antituberculosos previos o quimioprofilaxis: fecha, drogas, duración, intolerancias, abandonos o interrupciones.
Enfermedades o tratamientos anergizantes: sarampión, coqueluche, diabetes, desnutrición, inmunodepresión congénita o adquirida, tratamiento prolongado con corticoides o inmunosupresores.
Antecedentes socioambientales: La pobreza, las malas condiciones de la vivienda, el hacinamiento, la promiscuidad, la incultura general e higiénica son factores de importancia decisiva en la evolución de cualquier caso de TBC, sobre todo al realizar tratamientos ambulatorios autoadministrados.
Recabar la posibilidad de consumo de alcohol, tabaco o drogas y contactos con grupos de riesgo para infección por HIV en la población infanto-juvenil.
La mayoría de los niños enfermos presentan TBC de localización pulmonar con síntomas respiratorios que dependen de la extensión lesional o pueden hallarse asintomáticos y el diagnóstico se sospecha por la noción epidemiológica de contacto con adulto bacilífero y se confirma mediante exámenes complementarios. Algunos pueden presentarse con signos de hiperergia que obligan a pensar en TBC como el eritema nudoso o la queratoconjuntivitis flictenular.
Los lactantes y niños pequeños tienen mayor probabilidad de presentar síntomas, estos pueden ser generales como inapetencia, descenso o falta de progreso de peso, decaimiento, astenia, o síndrome febril de cualquier tipo o respiratorios, como tos, sibilancias, neumonía uni o multifocal sin respuesta al tratamiento antibiótico. Puede acompañarse de compromiso pleural, atelectasia o dificultad respiratoria por compresión bronquial de los ganglios mediastinales. Otros casos se pueden presentar directamente con signos de localización extrapulmonar como adenitis periférica o meningoencefalitis.
Los niños más grandes y adolescentes pueden presentar formas primarias como la descripta o TBC pulmonar extraprimaria, similar a la del adulto, con el clásico síndrome de impregnación bacilar: tos, astenia, anorexia, sudoración nocturna, pérdida de peso y fiebre; con semiología de bronconeumonía o cavitación pulmonar, en ocasiones acompañada de hemóptisis. Suelen tener baciloscopías de esputo positivas. Sin embargo algunos pacientes llegan a la consulta con escasa sintomatología, como tos crónica o adelgazamiento.
TUBERCULOSIS INFANTIL
- Definición
- Diagnóstico
- Anamnesis
Si el contacto fuera con un enfermo TBC conocido se averiguará desde cuando está enfermo, cuáles son los medicamentos que recibe, durante cuanto tiempo y con qué regularidad los ha recibido. Se interrogará sobre asociación con HIV y resistencia microbiana a alguna droga antituberculosa.
Averiguar si se efectuó el estudio de foco y la profilaxis a todos los contactos del caso índice en forma correcta (PPD, Rx tórax inicial y control a los dos meses y baciloscopías de esputo a los sintomáticos respiratorios).
Antecedentes personales: Vacunación BCG previa (NO descartar TBC aunque esté vacunado): número de dosis recibidas, momento de aplicación, evolución del nódulo (búsqueda de nódulo precoz), presencia de nódulo o cicatrices.
Historia nutricional e inmunitaria, enfermedades padecidas y tratamientos realizados (asociaciones morbosas, diagnósticos diferenciales).
Pruebas tuberculínicas previas: en busca de primoinfección no tratada o viraje tuberculínico.
Tratamientos antituberculosos previos o quimioprofilaxis: fecha, drogas, duración, intolerancias, abandonos o interrupciones.
Enfermedades o tratamientos anergizantes: sarampión, coqueluche, diabetes, desnutrición, inmunodepresión congénita o adquirida, tratamiento prolongado con corticoides o inmunosupresores.
Antecedentes socioambientales: La pobreza, las malas condiciones de la vivienda, el hacinamiento, la promiscuidad, la incultura general e higiénica son factores de importancia decisiva en la evolución de cualquier caso de TBC, sobre todo al realizar tratamientos ambulatorios autoadministrados.
Recabar la posibilidad de consumo de alcohol, tabaco o drogas y contactos con grupos de riesgo para infección por HIV en la población infanto-juvenil.
- Examen clínico
La mayoría de los niños enfermos presentan TBC de localización pulmonar con síntomas respiratorios que dependen de la extensión lesional o pueden hallarse asintomáticos y el diagnóstico se sospecha por la noción epidemiológica de contacto con adulto bacilífero y se confirma mediante exámenes complementarios. Algunos pueden presentarse con signos de hiperergia que obligan a pensar en TBC como el eritema nudoso o la queratoconjuntivitis flictenular.
Los lactantes y niños pequeños tienen mayor probabilidad de presentar síntomas, estos pueden ser generales como inapetencia, descenso o falta de progreso de peso, decaimiento, astenia, o síndrome febril de cualquier tipo o respiratorios, como tos, sibilancias, neumonía uni o multifocal sin respuesta al tratamiento antibiótico. Puede acompañarse de compromiso pleural, atelectasia o dificultad respiratoria por compresión bronquial de los ganglios mediastinales. Otros casos se pueden presentar directamente con signos de localización extrapulmonar como adenitis periférica o meningoencefalitis.
Los niños más grandes y adolescentes pueden presentar formas primarias como la descripta o TBC pulmonar extraprimaria, similar a la del adulto, con el clásico síndrome de impregnación bacilar: tos, astenia, anorexia, sudoración nocturna, pérdida de peso y fiebre; con semiología de bronconeumonía o cavitación pulmonar, en ocasiones acompañada de hemóptisis. Suelen tener baciloscopías de esputo positivas. Sin embargo algunos pacientes llegan a la consulta con escasa sintomatología, como tos crónica o adelgazamiento.
- Procedimientos diagnósticos
- Prueba Tuberculínica: La intradermorreacción de Mantoux
se efectúa con 0,1ml. de PPD 2UT, en la cara dorsal del antebrazo, su
lectura debe realizarse a las 48 o 72 horas de aplicada, midiendo el
diámetro transversal (con relación al eje del brazo) de la pápula, no se
debe tomar en cuenta el eritema. Se debe informar en milímetros. La
interpretación del resultado permite distinguir al paciente infectado, siendo
mayor de 10 milímetros en los inmunocompetentes y mayor de 5 milímetros en
los inmunocomprometidos. La positividad indica infección, deberán
evaluarse otros elementos clínicos y radiológicos para determinar si hay
progresión a enfermedad y debe considerarse la posibilidad de resultados
falsos positivos y negativos.
- Radiología: En todos los casos se debe evaluar la
radiografía de tórax pues muchos pacientes pueden presentar lesiones
radiológicas extensas con escasa sintomatología clínica. Realizar, si es
posible, el par radiológico: frente y perfil. El 25 % de los infectados
pueden presentar anomalías mínimas ganglionares o parenquimatosas que
pueden evidenciarse en la proyección lateral. La progresión a enfermedad
permite apreciar la extensión lesional de la lesión parenquimatosa
pulmonar o ganglionar mediastinal de la tuberculosis primaria. Pueden
observarse adenomegalias, opacidades lobulares uni o multifocales,
atelectasia, derrame pleural, cavidades únicas o múltiples e imágenes
micronodulillares de TBC miliar.
- Laboratorio: es normal en los infectados, en los
enfermos puede haber alteraciones inespecíficas como anemia hipocrómica
moderada, leucocitosis con polinucleosis, desviación a la izquierda del
índice de Schilling y eosinopenia, eritrosedimentación acelerada en forma
moderada (cifras superiores a 80 mm se relacionan con intensa destrucción
tisular: caseosis), proteína C reactiva aumentada.
- Bacteriología: La investigación bacteriológica se debe
efectuar en las formas progresivas o extensas, cavitarias, o en las que
por radiología se sospeche comunicación de la lesión con la vía aérea. La
baciloscopía (examen directo) es una técnica que tiene importancia
epidemiológica, ya que detecta rápidamente los pacientes bacilíferos,
fuente de diseminación de la enfermedad. Su sensibilidad es menor que la
del cultivo y su especificidad es variable ya que no diferencia los
distintos tipos de mycobacterias. El aislamiento del bacilo TBC del esputo
o lavado gástrico mediante cultivo confirma la enfermedad y permite
conocer la sensibilidad a drogas antituberculosas. El método tradicional
es el cultivo en medio sólido de Löwestein-Jensen cuyo resultado se
obtiene aproximadamente en 60 días. Existen otros métodos rápidos de
cultivo como el sistema radiométrico BACTEC que acortan significativamente
el tiempo para la detección de mycobacterias y los estudios de
sensibilidad a drogas. Con este método se detectan los bacilos en las
muestras clínicas en menos de 2 semanas, y los resultados de sensibilidad
por lo común se conocen en un lapso de 2 a 3 semanas. Los pacientes
coinfectados con HIV pueden presentar escasa lesión radiológica con
bacteriología positiva y mayor posibilidad de infección por mycobacterias
atípicas y de bacilos tuberculosos con resistencia a fármacos, en estos
pacientes y en todos los casos con irregularidades en tratamientos
antituberculosos previos, deberán extremarse los procedimientos para
aislamiento del gérmen y realización de antibiograma.
- Métodos de obtención de muestras: Examen directo
y cultivo de esputo: en los niños que pueden expectorar se
deben recolectar muestras seriadas en tres días diferentes, en frascos
estériles, de boca ancha. En los niños pequeños, que no expectoran, se
debe realizar el lavado
gástrico que consiste en la recolección del material
proveniente del árbol bronquial deglutido durante la noche. Se realiza con
el paciente en ayunas, colocando una sonda nasogástrica se aspira el
contenido gástrico, se lava con 30 a 60 ml de agua estéril enviándolo para
su inmediato procesamiento en un frasco estéril. Si la muestra del lavado
gástrico se procesara con una demora de más de 6 horas, debe neutralizarse
su ph ácido con bicarbonato de sodio. Este procedimiento se realiza en
tres días consecutivos solicitando el cultivo y tipificación por la
posibilidad de hallar mycobacterias atípicas saprófitas del estómago. Se
pueden enviar para examen bacteriológico directo y cultivo muestras de
líquido pleural, líquido cefalorraquídeo, líquido de lavado bronquial o
broncoalveolar, aspirado traqueal, orina, biopsias ganglionares, óseas,
cutáneas, etc. Se debe remitir las muestras en frascos estériles. En los
pacientes inmunocomprometidos se realizarán tambien hemocultivos.
- Estudio anatomopatológico: las biopsias realizadas se
pueden estudiar anatomo-patológicamente (además del estudio
microbiológico), y en muchos casos se evidencia el proceso inflamatorio
tuberculoso característico.
- Test de ELISA para TBC: este estudio serológico detecta
anticuerpos tipo Ig G, es útil como un método complementario del
diagnóstico en pediatría. La vacunación con BCG no interfiere en el
resultado. Su negatividad no descarta TBC y su especificidad para
Mycobacterium tuberculosis es del 98% (hay resultados falsos positivos por
micosis y mycobacterias atípicas).
- PCR (Reacción en cadena de la polimerasa): Este método
permite amplificar secuencias específicas del ADN del gérmen. Actualmente
la mas utilizada es la secuencia IS6110, que se repite 10 a 16 veces en el
cromosoma del Mycobacterium Tuberculosis, lo que le otorga un alto grado
de especificidad. Puede ser aplicada a muestras de cualquier origen y
requiere menos bacilos en la muestra que la baciloscopía (500 bacilos por
mililitro de muestra). En adultos se ha reportado altos grados de
sensibilidad y especificidad: 99% y 90% para muestras pulmonares y 70% y
90% extrapulmonares. En niños hay resultados muy variables por el alto
número de falsos positivos y negativos. Por lo tanto una muestra positiva
para PCR, como único método, no es suficiente para diagnosticar TBC.
- Adenosin deaminasa (ADA): Es un test que
se basa en la función de la inmunidad celular, ya que aumenta en toda
enfermedad que presente activación linfocitaria. Por lo tanto puede dar
resultados falsos positivos en enfermedades con alteración inmunológica.
Se ha recomendado su utilización en muestras de suero y líquidos de
serositis. Tiene mejor eficacia en Líquido peritoneal, LCR y pleural.
- Formas clínicas de presentación
- Infectado
(no enfermo): también llamada primoinfección
tuberculosa,
presenta PPD positiva ó viraje tuberculínico ó nódulo precoz (aparición
del nódulo antes de cumplirse 2 semanas de la vacunación con BCG en un
niño no vacunado previamente). No presenta anormalidades clínicas, ni
radiológicas.